La Literatura como Mision

Bien sabemos que la literatura, como tal, carece de virtudes extraordinarias que la conviertan en agente de cambio o en efectiva mediadora de transformaciones sociales, y tal vez, tampoco sea generadora de evoluciones humanísticas. Sin embargo, incluso sin disponer de cualidades omnipotentes, SI permite ofrecer testimonio de los acontecimientos ocurridos en un lugar y en un tiempo determinados, a través del ejercicio de la palabra escrita. Sin entrar en disquisiciones personales relacionadas con la legitimidad o ilegitimidad del compromiso artístico, sin pretender tomar parte en algún tipo de cruzada, en alguna práctica  de retóricas restrictivas entre los defensores del arte por el arte y los paladines del arte comprometido, aceptemos que quienes ejercen el oficio de escritores tienen, además de talento, la capacidad de ser sensibles  como para sentirse presionados por una realidad circundante que los impulsa a respaldar, casi en forma instintiva, las grandes causas que desvelan a la sociedad.  Y entonces como extraños “caballeros de triste figura”, como lastimosos guerreros de lápiz y papel, combaten contra los gigantescos molinos de viento que atentan contra la dignidad del ser humano, por ello logran hacer un buen uso de la palabra en rebeldía, por ello ejercitan la literatura como misión en el natural ejercicio de la libertad.

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