Universidad Autónoma de Aguascalientes

Aprender de la experiencia ajena

PDF | 752 | Hace 2 años | 30 abril, 2021

Francisco Javier Avelar González

La aparición de las vacunas contra el virus SARS-CoV-2 dio un respiro a la humanidad: por fin se concretaba una muy ansiada esperanza para revertir la devastadora situación que estábamos -y aún estamos- viviendo. Una vez más, la ciencia arrojaba una luz ahí donde todo era negrura… Al biológico preventivo, que ya está siendo aplicado a millones de personas en todo el mundo, podría sumarse la aparición de medicinas enfocadas al combate efectivo de la Covid-19: Pfizer promete dar una sorpresa al respecto para finales de este año, con un fármaco capaz de eliminar los síntomas graves de todo aquel que llegue a contagiarse, evitando así su hospitalización.

Quizás por una milenaria e inconsciente sed de escuchar y vivir en la imaginación nuevas historias, las noticias viajan, se reproducen y hasta se distorsionan siempre a velocidades sorprendentes; máxime en la época de digitalización que nos ha tocado vivir. Y aunque esto en general es bueno (nos mantenemos informados, acrecentamos nuestro conocimiento del entorno, nos acercamos a la otredad, generamos arte, etc.), también tiene sus bemoles. Más allá de los diversos problemas que trae la reproducción de noticias cuando son falsas, la información veraz que llega a nuestros oídos en esta época de la aldea global también puede llegar a confundirnos en un sentido muy particular, que ahora explico:

El enorme acercamiento comunicativo que nos han permitido tecnologías como los teléfonos móviles, la Internet e incluso los aviones, han generado también la sensación de que en todo el mundo compartimos una realidad. Desde dicha sensación, saber que diario millones de personas son inoculadas con la vacuna contra la Covid-19, causa el efecto de que relajemos nuestras medidas de seguridad: “ya llegó la vacuna; el peligro ya pasó…”

La confusión es doble: por un lado, olvidamos que la información viaja a una velocidad exponencialmente mayor que los hechos; así, perdemos de vista que la noticia de la existencia de vacunas no implica que ya se cuente con 7,800 millones de dosis, destinadas a las 7,800 millones de personas del planeta: hacen falta varios años para vacunar a todo el mundo. Por otro lado, también dejamos pasar el hecho de que cada país tiene sus propios recursos, gobiernos, estrategias y políticas públicas. En este tenor, que 60% de la población israelí ya se esté vacunada o que en Estados Unidos se esté aplicando un promedio de tres millones de vacunas al día, no significa que otros países estén viviendo una situación análoga. En todo el continente africano, por ejemplo, apenas se ha logrado vacunar al 1% de su población y el promedio de personas vacunadas en el mundo no ha alcanzado ni siquiera el 10%. Para el caso de México, probablemente este fin de semana se logre llegar a este porcentaje y, si bien el avance sostenido en la inoculación representa una buena noticia, no podemos perder de foco que aún estarían faltando por vacunar 116 millones de personas.

Derivada de esta errónea sensación de seguridad general, el relajamiento masivo de las medidas sanitarias y de distanciamiento social ha abierto las puertas para la aparición de nuevos brotes. Además de los casos de diversos países de Europa, que se han visto obligados a regresar al confinamiento más de una vez por nuevas olas de propagación del virus, podemos observar en la India un terrorífico ejemplo paradigmático: en la última semana hemos visto desgarradoras imágenes, que parecieran haber surgido de una cinta apocalíptica: cientos de piras funerarias arden diariamente en las calles, ante una nueva ola de contagios (más de 100 mil por día) y muertes (hasta 2,200 en sólo 24 horas) que está devastando a su población. Se sabe que, semanas atrás, el gobierno comenzó a permitir la realización de eventos masivos y la confiada población de este país asistió por millones a una celebración tradicional. Asimismo, se estuvieron realizando mítines de campañas políticas, entre los que incluso participó el Primer Ministro Narendra Modi. La situación ha sido propicia no sólo para que se produjera la nueva ola de contagios que ahora los asola, sino también para la aparición de nuevas variantes (más peligrosas) del SARS-CoV-2.

Como en muchos otros, en nuestro país puede observarse que una gran cantidad de personas ha regresado a las calles, en una dinámica muy cercana a la normalidad que vivíamos antes de la pandemia… Hace apenas un año, muchas naciones latinoamericanas veíamos cómo Europa colapsaba por el contagio masivo de Covid-19, ante la falta de prevención. En aquella ocasión nuestros países, extrañamente confiados por la distancia marítima y por el autoengaño común entre los seres humanos de “a mí no me va a pasar”, no tomaron con la debida seriedad el asunto, no escarmentaron ni tomaron lecciones a partir de la experiencia ajena, y acabaron replicando los errores y las consecuencias ocurridas en el continente europeo.

No quisiera ser ave de mal agüero aquí, pero sí apuntar algo de suma importancia: aún faltan meses para que se logre vacunar a toda la población y, en una errónea sensación de seguridad, estamos cometiendo errores similares a los que ocurrieron en la India (y en algunos otros países) hace unas semanas. No es una cuestión política ni ideológica, sino una prioridad de salud que nos interesa a todos porque a todos nos afecta. Creo que aún estamos a tiempo de tomar previsiones y volver a tomar las medidas indispensables de seguridad sanitaria y distanciamiento físico, para evitar una nueva ola de contagios y la dispersión de nuevas variantes del virus. Demostremos que sí aprendimos algo de la lección que nos dio el año pasado y no caigamos en el mismo error: no digamos que “a nosotros las nuevas cepas nos van a respetar” porque no tenemos ninguna certeza que nos permita apostar en ese sentido.

Cada vez son más las personas que reciben su vacuna. No desesperemos ni echemos por la borda todos los esfuerzos que hemos realizado en conjunto hasta ahora. ¡Nos vemos la próxima semana!

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