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PDF | 72 | Hace 1 mes | 30 agosto, 2024
Dra. en Admón. Sandra Yesenia Pinzón Castro
Hace una semana, la primera generación egresada del Bachillerato de la Universidad Autónoma de Aguascalientes conmemoró el 50 aniversario de su egreso, con un brindis, entrega de reconocimientos y la develación de una placa conmemorativa en las instalaciones del Plantel Central de esta preparatoria. Tuve el honor de ser parte de este evento y de dirigir unas palabras, que ahora también comparto con este amable auditorio:
En 1959 se puso la primera piedra del espacio que hoy conocemos como Plantel Central del Bachillerato de la UAA (BACHUAA), pero fue hasta 1964 que pudo concluirse y ser habitado por los estudiantes del entonces Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología (IACT).
Aunque aún nadie lo sabía de cierto, el ambiente que se respiraba en el país y, sobre todo, el ánimo de crecimiento que podía notarse en nuestro estado, auguraban una larga vida a los proyectos de educación media y superior que estaban por hacerse realidad. Este buen augurio también podía sentirse en detalles tan significativos como el hecho de que fuera el presidente de la república en persona quien viniera a inaugurar el plantel de dicha preparatoria.
Aguascalientes, desde entonces, era un lugar próspero y con un gran semillero de jóvenes con enormes deseos de hacer una carrera. Podemos decir que “la mesa estaba puesta” para que nuestra entidad diera un paso adelante en la configuración de su sistema educativo e hiciera las gestiones para contar con una universidad propia y un sistema de bachillerato unificado con el de las casas de estudio más sólidas del país.
En ese contexto, hay registros de actas de 1967 del IACT en las que ya se discutía sobre la conveniencia de cambiar el programa de estudios de educación media, que se daba en dos años, para replicar el sistema de tres años de la UNAM. Esta posibilidad de cambio se concretó en 1971, gracias a un conjunto de reuniones de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Nivel Superior (ANUIES), en las que se planteó la necesidad de uniformar el sistema para que los jóvenes de todo el país tuvieran una preparación similar y certificados de bachillerato con la misma validez.
Así, bajo el rectorado del Dr. Álvaro de León Botello, se adoptó el cambio de programa, que sería también precursor del siguiente gran paso en la historia de nuestra institución: el de transformarnos en Universidad.
La generación 1971-1974 no sólo fue la que tuvo en suerte inaugurar el programa de tres años, sino que también fue la primera en graduarse con un título de bachiller expedido por la recién nacida Universidad Autónoma de Aguascalientes. Aunque solo el paso del tiempo nos da la dimensión y el peso histórico de sucesos que, al vivirlos, se sienten simplemente como pasos naturales o necesarios en nuestra vida, yo estoy segura de que, de una u otra forma, muchos integrantes de esta generación estuvieron conscientes desde el momento en que entraron a la prepa, de que conformaban un grupo especial, y de que también el desarrollo social y educativo de Aguascalientes estaba a punto de cambiar para bien y para siempre.
Dicen los semiólogos, y creo que estaremos de acuerdo, que los seres humanos nos distinguimos por nuestra asombrosa capacidad para generar significados: en todo vemos indicios, signos, símbolos de algo más, y esta capacidad suele ser un componente emotivo de gran importancia cuando construimos la historia y la identidad de nuestras instituciones (que son en sí mismas repositorios de identidad colectiva). Digo esto pensando en nuestros queridos primeros exbachilleres, integrantes honoríficos de esta universidad, porque ahora, a medio siglo de su egreso de la preparatoria, estamos inaugurando el plantel norte de este centro de educación media, en el municipio de Rincón de Romos. A cincuenta años del egreso de la primera generación de BACHUAA, nace la primera generación de BACHUAA fuera de nuestra ciudad.
Insisto: aunque sea solo una coincidencia, nosotros escogemos que sea también un símbolo y un augurio. Un augurio de que el nuevo plantel florecerá como floreció nuestro primero, y que de la nueva preparatoria habrán de surgir, como han surgido de la primera, grandes académicos, empresarios, administradores públicos y artistas. Por su parte, también es un símbolo de la innegable fortaleza de nuestra institución. Hasta donde sé, no ha habido periodo en que nuestra benemérita universidad no haya sido puesta a prueba, y en cada ocasión nuestra comunidad ha doblado la apuesta: aumentando la matrícula, los programas educativos, los campus y los reconocimientos.
Con la primera generación de BACHUAA se dio un paso firme hacia la excelencia académica de nuestra institución y de la entidad, y medio siglo después estamos dando pasos firmes hacia nuestra expansión regional. Así, la placa conmemorativa que develamos, además de reconocer a ese querido grupo, representa un recordatorio de que en la UAA no trabajamos ni estudiamos pensando en un resultado provisional e inmediato, sino para construir una institución y un prestigio sólidos, a prueba del tiempo y de cualquier reto o área de oportunidad que se nos presente.
Quiero felicitar y dar las gracias a nuestros bachilleres de la generación 1971-1974 por ser orgullosos egresados de esta institución y por ser también ciudadanos ejemplares que, justamente con el ejemplo de sus vidas, han colaborado a engrandecer el nombre de nuestra querida “prepa petróleos” y, con ello, de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Muchas felicidades y muchas gracias.