Universidad Autónoma de Aguascalientes

Sobrepoblación, consumismo y desigualdad

PDF | 8455 | Hace 3 años | 24 julio, 2020

Francisco Javier Avelar González

Inmersos en una pandemia que debe estar llamándonos la atención sobre nuestros hábitos de vida, el 11 de julio conmemoramos el Día Mundial de la Población. Esta suerte de efeméride se propuso en 1989 y fue ratificada por la Asamblea General de la ONU en 1990. Al contrario de muchas otras fechas internacionales, ésta no recuerda ningún hecho histórico ni nos lleva al orgullo o la celebración; muy al contrario, tiene el único propósito de concientizar a las personas sobre la muy grave situación que habremos de enfrentar como especie, si nos seguimos multiplicando con la celeridad de las últimas décadas y, sobre todo, si pretendemos continuar viviendo en un esquema de consumo irresponsable y una pésima distribución de los recursos que depredamos de la naturaleza.

Para hacernos de un idea general de nuestra situación, vale la pena recordar algunos datos comparativos y proyecciones elaboradas por especialistas en la materia: Si tomáramos los últimos cien años como referencia, podremos observar que en este periodo -en realidad muy corto en la historia de la humanidad- hemos cuadruplicado nuestra población: en el año 1920, 1,860 millones de personas habitaban el mundo; hoy la cuenta va en 7,800; es decir, somos 5,940 millones más que hace un siglo y, de acuerdo con estimaciones de la ONU, en 2050 seremos 8,910 millones de habitantes.

Al exacerbado crecimiento demográfico no sólo contribuyeron los altos índices de natalidad, sino también un significativo aumento de la esperanza de vida: en 1920 era de menos de 50 años; hoy es de más de 72 y se calcula que en 2050 será de entre 77 y 85. Así, aunque el índice de natalidad comience a disminuir, las proyecciones permiten suponer que los problemas demográficos y los retos medioambientales no serán menores en las siguientes décadas.

La sobrepoblación de cualquier especie es problemática porque genera desequilibrios medioambientales; máxime cuando la especie en cuestión ha evolucionado de tal forma que no cuenta con predadores naturales que la limiten. A lo anterior hay que agregar que los seres humanos no nos conformamos con la búsqueda de los recursos indispensables para nuestra sobrevivencia y reproducción, sino que ahora exigimos, acumulamos y desperdiciamos al por mayor (cada uno en la medida de sus ingresos) objetos y bienes en estricto sentido innecesarios (no necesitamos, por ejemplo, 10 pares de jeans, una docena de zapatos ni una veintena de camisas o blusas, pero muchos tenemos eso o más en el guardarropa)… Se calcula que desde hace algunas décadas, debido a nuestro consumismo, hemos propiciado un “sobregiro ecológico”. Esto quiere decir que los recursos que extraemos de la Tierra anualmente para la fabricación de bienes materiales y servicios son mayores a los que el planeta puede producir en el mismo lapso. De acuerdo con “Global Foodprint Network” cada año alcanzamos el sobregiro con mayor anticipación. En 2019, por ejemplo, lo hicimos en sólo cinco meses: el 29 de julio ya habíamos terminado con todos los recursos que la Tierra podría producir en el ciclo anual completo.

En promedio, la humanidad requeriría de los recursos producidos anualmente por 1.7 planetas como el nuestro para poder continuar con su tren de vida actual; pero hay países cuyo gasto de recursos es infinitamente superior: si todos tuviéramos el consumismo que tienen los ciudadanos de Luxemburgo, se requerirían a 9.1 Tierras al año para satisfacer nuestro tren de vida, si viviéramos como la población de Aruba requeriríamos 6.9 Tierras, si fuera como los de Australia, 5.4, y si fuera como los de Estados Unidos, 4.8 (un contraste entre naciones y, aún más, entre regiones dentro de cada país, nos permitiría observar claramente una enorme desigualdad, en la que las regiones con más capacidad económica y desarrollo son -con todo y su preocupación y sus campañas de concientización medioambiental- las más irresponsables y abusivas en el consumo de recursos naturales; recursos que en un gran porcentaje extraen de naciones menos industrializadas)…

La sobrepoblación que ya existe, el imparable y aún estratosférico aumento demográfico que habremos de observar durante las siguientes décadas, así como el predatorio y atroz consumismo, particularmente de los países más desarrollados, poderosos e industrializados del planeta, son en conjunto los causantes directos de una ingente cantidad de problemas medioambientales, sanitarios, económicos y sociales… En el Día Mundial de la Población (o cuando hablamos de este tema) se suele apuntar preponderantemente a temas de planeación demográfica, educación y salud reproductiva. Sin duda son temas importantes que deben ser atendidos; sin embargo, incluso en el caso imaginario de que a partir de 2021 la población lograra un crecimiento cero, eso no resolvería ninguno de los problemas actuales derivados de la combinación de factores mencionados al inicio de este párrafo.

Así pues, sin desdoro de la necesaria atención que merece el tema del control poblacional (siempre a través de la educación y sin coartar los derechos humanos y reproductivos de las personas), resulta mucho más urgente aún lograr una distribución inteligente, responsable y equitativa de los recursos naturales, así como un drástico ajuste en nuestra absurda cultura de consumo actual. Sólo así lograremos que quienes ya habitamos este hermoso y vapuleado planeta, y quienes habrán de venir, podamos disfrutarlo y disfrutar también nuestras vidas en entornos dignos, seguros y suficientes para todos.

¡Nos vemos la próxima semana!

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