Universidad Autónoma de Aguascalientes

CULTURA | ¡Nos estamos renovando para ti! Remodelación del Museo Nacional de la Muerte

gaceta uaa

Información: Departamento de Difusión Cultural

 

La muerte ha sido y es un tema que siempre ha ocupado gran parte del pensamiento y la reflexión humana. En todas las culturas, desde la antigüedad. provocó gran cantidad y diversidad de expresiones que procuraban darle sentido a este fenómeno inevitable.

El Museo Nacional de la Muerte tiene como objetivo primordial, generar la exposición permanente de diferentes manifestaciones artísticas y culturales que aborden la temática.

Ante los cambios generados por la pandemia de COVID-19 en los espacios y actividades culturales y artísticas a nivel mundial, y con la intención de brindar una mejor experiencia para nuestros visitantes así como incrementar la asiduidad al museo, la UAA está trabajando en su remodelación y remuseografía para ampliar los espacios de exposición y mejorar los servicios para los visitantes de manera sustancial.

 

Mejora en el acceso y los servicios

Para lograr que nuestros visitantes tengan una mejor experiencia al acudir al Museo Nacional de la Muerte, se ha contemplado hacer una serie de cambios en la infraestructura, entre ellos: un nuevo acceso al museo, la remodelación de la tienda de souvenirs MUMU, taquilla y lockers; la reactivación de la Cafetería, además de contar con un espacio exclusivo para vigilancia.

 

Intervención en sala histórica

Considerando que el convenio en comodato que se tiene con el Lic. Mercurio López Casillas deberá renovarse, se realizará una actualización de la sala y de museografía que aborde el Día de Muertos en México.

En 2007, Elsa Malvido, doctora y directora del Taller de Estudio sobre la Muerte, después de veinticinco años de investigaciones, llegó a estos resultados: “El altar de muertos, las calaveras azucaradas y los panes con forma de hueso, [son] tradiciones que provienen del medioevo católico europeo” y “los festejos del primero y dos de noviembre no provienen del mundo indígena ni de la tradición prehispánica”. Con base en lo señalado por la doctora Malvido y con el compromiso como espacio educativo de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, revisamos la exposición permanente del Museo Nacional de la Muerte y proponemos un nuevo discurso, concentrado exclusivamente en el Día de Muertos en México y tratando de desmitificar el festejo: incluso en oposición a ideas muy difundidas como el supuesto origen prehispánico. Ofrecemos un discurso de manera cronológica, revisando ese día desde la época novohispana hasta el siglo XXI.

En esta sala, además de los contenidos históricos y culturales, podremos disfrutar de nuevas experiencias apoyadas por la tecnología. La propuesta curatorial de la sala incluye 4 zonas:

 

1ª zona. Imposición del día de los fieles difuntos

En esta sección se podrá apreciar cómo una vez que se llevó a cabo la colonización por los peninsulares españoles, en el nuevo orden dominó la religión católica, apostólica y romana con la imposición de cristos, vírgenes, santos y el calendario litúrgico que marcó las nuevas festividades. Así se estableció en tierras americanas las conmemoraciones de todos santos y fieles difuntos.

Las fiestas anuales de todos santos y fieles difuntos se realizaban en el atrio y dentro del templo bajo la mirada estricta de los sacerdotes, donde no cabía nada fuera de la tradición europea: visitar las tumbas, rezar, poner flores y velas. Dentro de todas las iglesias se exhibían especialmente para la ocasión, las reliquias de los santos que tenían en custodia, ante las cuales los fieles rezaban para ganar indulgencias.

 

2ª zona. La secularización de los panteones: la fiesta

En las últimas décadas del mundo novohispano se difundieron las ideas higienistas promovidas por la Ilustración, que consideraban al cadáver como algo nocivo y contaminante que debía alejarse de los poblados.

En 1875 se inauguró el primer panteón civil. Libre de la tutela religiosa, la gente más humilde comenzó a visitar a sus difuntos en el día de muertos, los cementerios se convirtieron en el epicentro de verbenas y romerías con excesos gastronómicos, etílicos, musicales y sexuales. Esto se trató de controlar con la prohibición de puestos de fritangas al aire libre y expendios de pulque.

Por otra parte, la clase media y los grupos privilegiados encargaron a los artesanos y artistas la recreación de cerámicas, lápidas, esculturas, nichos y construcciones arquitectónicas para rendir homenaje a sus difuntos en los panteones, y solicitaron a las imprentas esquelas, sonetos, coronas y partituras fúnebres.

Desde España llegó otro elemento que enriqueció el festejo: la representación de Don Juan Tenorio, drama religioso fantástico de José Zorrilla, que de manera original se estrenó sin mucho éxito en 1844. Años después, el actor español Pedro Delgado decidió presentar la obra el 1 de noviembre, donde el argumento de fantasmas y voces del más allá, dentro de un panteón, funcionó muy bien y se volvió costumbre. José Zorrilla se estableció en México desde de 1855 y, durante la Intervención Francesa, Maximiliano lo designó como lector de cámara y organizador del teatro de la corte.

 

3ª zona.  El mito del mexicano y la muerte

Después de un millón de muertos que dejó la Revolución, intelectuales y políticos buscaron la reconstrucción nacional, tuvieron la urgencia por localizar símbolos y creencias que unificaran al fragmentado país por la lucha de facciones.

Los artistas encontraron las raíces de “lo mexicano” en la revalidación del arte prehispánico, indígena y popular, dejando de lado las expresiones novohispanas y las afrancesadas obras del siglo XIX. Intelectuales y pintores forjaron la idea de que todos los mexicanos tenían un trato preferencial con la muerte, que no causaba temor y que festejaban su llegada. Este mito marcó la obra de la mayoría de los artistas de la época.

Un grupo significativo de grabadores realizó decenas de calaveras para impresos publicados por la Liga de Escritores a Artistas Revolucionarios (LEAR) y el Taller de Gráfica Popular (TGP).

Ante la creciente influencia de Halloween estadounidense en México, la Secretaría de Educación Pública y otras dependencias del gobierno empezaron a promover el festejo de día de muertos con ofrendas en escuelas y en espacios públicos en todo el país, en las primarias se volvió parte de la temporada la actividad de “vestir la calavera”. Para finales del siglo XX, en la ciudad de México y en diversos estados de la República se empezaron a organizar festivales y concursos que se volvieron tradicionales.

 

4ª zona. La penetración cultural estadounidense

Ante la adopción del modelo económico conocido como el desarrollo estabilizador, el país recibió una cantidad siempre en ascenso de capitales y turistas estadounidenses. Los productos norteamericanos se empezaron a instalar en el mercado mexicano y a imponer el modelo de sociedad de consumo.

Para el día de muertos introdujeron el Halloween y el desfile de niños disfrazados en las escuelas primarias privadas; mientras los niños menos afortunados hacían cortes a cajas de cartón, similares a los aplicados a las calabazas naranjas, para pedir calaverita. Después la presencia de calabazas y brujas se volvió más frecuente hasta llegar a un gran conjunto de monstruos y muertos vivientes, las fiestas de Halloween se volvieron comunes entre los jóvenes de las principales ciudades del país.

Más adelante como aclara el periodista Hermann Bellinghausen: “Las Catrinas actuales, con su vistosa chispa de la vida y su fertilidad para las selfies, datan de fines del siglo XX, cuando chicanos y migrantes mexicanos en Los Ángeles, San Francisco y Nueva York dieron en pintarse la cara, para júbilo de los gabachos que encontraron nuevos pretextos para disfrazarse y seguir de Halloween”.

Finalmente, Hollywood impuso su visión de la fiesta, dando pie a nuevas tradiciones a través de películas como: A Night in Old Mexico (2013), El libro de la vida (2014), Spectre (2015) y Coco (2017).

 

Cambio de la calavera Spectre al segundo patio del MUMU

La Calavera monumental de cartonería elaborada por el colectivo Última hora de Iztapalapa a solicitud del artista César Martínez, forma parte de una serie de 11 esqueletos gigantes tipo marioneta y 12 cráneos monumentales utilizados en la cinta “Spectre”, y que fueron originalmente una instalación de la mega-ofrenda del Día de Muertos 2014 en el zócalo capitalino. La empresa productora del filme los vio instalados y de inmediato deseó volverlos parte de la escenografía de la película. El Museo Nacional de la Muerte la recibió en donación el año 2015 y nos muestra el extraordinario trabajo de los artistas mexicanos en relación a la cartonería.