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COLABORACIÓN: Mtro. José Manuel Miranda Medina, profesor del Departamento de Letras, Centro de las Artes y la Cultura
La primera vez que me salió sangre, no me dolía, me acuerdo que medio lloré. La primera vez que me salió sangre fue en una fiesta de cumpleaños de mi mejor amigo. La piñata era de muchos colores, su cumpleaños se lo hicieron en el jardín, había muchos globos, dulces y mucha comida.
Los niños fueron pasando para ver quién podía romper la piñata, yo también le dí muy muy fuerte hasta que le tocó al cumpleañero. La piñata tenía muchísima fruta y cada que la movían para evitar que le pegaran la fruta salía volando.
En una de esas vi una naranja súper grande y súper jugosa, me fui directo a agarrarla pero no me acordaba ni de mi amigo ni del palo…
Y fue entonces que me pegó, sentí un garrotazo bien duro en un ojo, ya no vi bien de ese ojo; solo me puse a llorar poquito, es que no quería le dijeran a mi mamá pues me iba a regañar y tampoco quería soltar mi naranja.
Los papás de mi amigo se asustaron, yo no tenía miedo. Me subieron al coche y me llevaron al hospital, mis primas que eran más grandes que yo, tenían que cuidarme pero recuerdo muy bien que me les zafé de las manos, todo por querer una naranja; mis primas bien chismosas fueron a decirle a mi mamá.
Mi mamá dormía, decía que mi hermanito que estaba en su panza hacía le diera mucho sueño. Cuando supo que me habían descalabrado fue corriendo al hospital, me acuerdo que el doctor y la enfermera me sentaron en la cama, no me dolía nada pero veía como me cosían mi ceja. Con un delgadito hilo azul y una agujota, yo agarraba fuerte fuerte a mi naranja que estaba llena de sangre no la quería soltar para nada. Mi mamá llegó y vio que estaba bien, los papás de mi amigo estaban tristes y con vergüenza, mi amigo se enojó pues ya no tuvo un cumpleaños feliz, los invitados se olvidaron de partir el pastel y de comer más dulces y todo porque me pegó con un palo en el ojo.