Universidad Autónoma de Aguascalientes

María Teresa Ortiz Rodríguez, cierra su ciclo académico en la Universidad

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La vida en Aguascalientes alrededor del año 1970 era muy distinta para los jóvenes, pero sobre todo para las mujeres, pues no se tenían las mismas oportunidades educativas. Con esto en mente, Ma. Teresa Ortiz Rodríguez, hija de un obrero ferrocarrilero que no se visualizaba en una profesión de largo alcance o del ámbito científico, decidió estudiar Trabajo Social, una carrera corta que le permitiera incorporarse al mercado de trabajo rápidamente. Las otras opciones eran enfermería o educación.

Para fortuna de todos, obtuvo primeramente la respuesta de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, así que su trayectoria dentro de esta institución inicia como estudiante de Trabajo Social. Sobre esa etapa, recuerda que fue conociendo la disciplina sin tener mucha idea pero con el gusto de estar en la Universidad: “mi forma de ser coincidía con los contenidos que iba descubriendo como la pobreza, los problemas sociales y cómo abordarlos de otra manera, pero no nada más ayudar por ayudar o por buena onda o por tener un espíritu solidario. Si de algo sirvió mi formación técnica fue para descubrir esos primeros pasos en las posibilidades de aprender más y qué hacer concretamente con la gente”.

A su egreso de la UAA, trabajó en Zacatecas en actividades de organización y capacitación campesina, y luego en Aguascalientes se involucró en la industria de la construcción, también en capacitación; hasta que el maestro Roberto García la invitó a dar clases en esta Universidad en un momento en el que la carrera técnica hizo su transición a licenciatura. A la maestra Teresa Ortiz Rodríguez le tocó participar en el primer plan de estudios, y en conjunto con otros profesores y profesoras lograron aportar un plan de estudios muy humanista y con buen nivel académico.

A continuación les compartimos una entrevista con la maestra María Teresa Ortiz Rodríguez, quien se ha desempeñado, primordialmente, como profesora e investigadora en el Departamento de Trabajo Social del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades. Desde este 2022, concluye su ciclo laboral en la UAA, para encaminarse hacia nuevos proyectos personales.

Usted ingresó en una época en la que la UAA estaba en crecimiento ¿cómo ha visto la evolución de la Universidad en estos años?

Yo fui sujeta y soy testigo de ese crecimiento enorme que ha tenido la Universidad, no por nada me siento muy orgullosa de ser egresada y maestra; aquí he llevado parte de mi vida. El crecimiento de la UAA obedece, básicamente, a esas personas hombres y mujeres visionarios que vieron en los años sesenta, la posibilidad de crear una institución. Yo creo que nunca pensaron que fuera a ser tan grande y tan de buena calidad. El crecimiento material es evidente, pero yo pienso que el crecimiento va más allá de los campus que tiene la Autónoma. Tiene que ver con la influencia que han ejercido a través de todos sus egresados, de todos esos hombres y mujeres que hemos estudiado aquí y hemos contribuido al desarrollo de todas las áreas del conocimiento en nuestra región.

Después de 37 años de trayectoria aquí en la Universidad ¿qué se lleva usted de la Universidad?

Pues es mi tesoro. Lo que me llevo es una gran satisfacción porque aquí he vivido momentos muy felices, personales, aquí me he desarrollado profesionalmente pero también personalmente. Creo que soy privilegiada con todos estos años de trabajo: en el aspecto económico tengo un patrimonio que agradezco a mi trabajo aquí en la universidad, muy decente en el sentido que me ha permitido tener el bienestar y la tranquilidad. Claro que es un esfuerzo personal pero también una responsabilidad que la universidad pues compensa, pues es un trabajo digno.  En el aspecto personal soy un caso afortunado, porque aquí encontré no solamente a mi compañero de vida, sino también, amigos, compañeros muy respetables e inteligentes, gente que admiro mucho. También aquí aprendí que no todo es fácil, porque hubo tropezones que me costaron, dificultades que se presentan pero también la posibilidad de seguir adelante. Otra cuestión personal, es que aquí estudiaron mis hijas.

La docencia y la docencia en la educación superior es mi gran satisfacción. Yo creo que en cualquier nivel, pero en mi historia personal, agradezco a la vida que me haya dado la oportunidad de ser maestra en la educación superior, donde se forman conciencias críticas en el sentido de que estamos formando no solamente profesionistas sino ciudadanos y ciudadanas, ahí está mi gran satisfacción.

Finalmente, ¿qué retos tenemos quienes nos quedamos en la Universidad?

Los retos no son nada fáciles. La pandemia vino a sacudir cosas en las que no pensábamos, entonces una de las cosas es que tenemos que reacomodar esta sacudida y cada quien pensar: desde donde estoy cuál es mi compromiso, no solamente con lo que hago de inmediato, sino lo que hago y repercute en  el entorno porque no somos seres aislados; tenemos pareja, familia, amigos, grupos y, una parte importantísima, es el grupo de trabajo que no se debe de perder. En una institución como esta, lo más importante son las personas, son el eje en el cual gira. Una persona contenta, respetada, que se le reconoce, que se le da su lugar, que tiene su estímulo académico y su estímulo económico; se desdobla, produce y genera. Entonces los retos están en eso, en que para la Universidad no seamos un número, que seamos una persona que tiene nombre, que tiene capacidades y que sí tiene su camiseta bien puesta, porque muchos amamos a la Universidad, pero estamos desmotivados por la sacudida. En ese reacomodo tiene que salir algo mejor, todo tiene que mejorar porque el entorno es adverso, pero estos son espacios en los que se debe generar la mejora.