Universidad Autónoma de Aguascalientes

Segundo lugar: “Diferente para ser más fuerte”, de Elizabeth Azuara Melo

gaceta uaa

Por segunda ocasión, la Defensoría de los Derechos Universitarios promueve a través de la creación literaria la cultura de respeto a los derechos de las y los universitarios. En esta ocasión, compartimos en la Gaceta Universitaria a los cuentos ganadores del primer y segundo lugar del concurso Los Derechos Universitarios. Por una cultura de respeto e inclusión, en su edición 2022.

El primer lugar fue para Antonia Montserrat Robles Ocampo, estudiante del segundo semestre de la Licenciatura en Mercadotecnia  con su obra “Sebastián”; mientras que el segundo lugar se otorgó a Elizabeth Azuara Melo, alumna de la Licenciatura en Derecho del octavo semestre, con el cuento titulado “Diferente para ser más fuerte”.

Segundo lugar: “Diferente para ser más fuerte”

La Real Academia no aceptaba estudiantes comunes. No. Solo los más inteligentes y valientes podían estudiar para convertirse en la próxima generación de Senadores. Desde que el Rey decidió convertir a la nación en una democracia en lugar de una monarquía, el pueblo había estado muy emocionado con la idea de participar en las decisiones sobre las cuales se crearía el nuevo modo de vida que con tanto ahínco habían estado deseando. Así que esa era la mejor manera de crear legisladores competentes; utilizando la antigua universidad para la familia real y hacerla disponible para todos los ciudadanos que quisieran participar en esa noble vocación. Las plazas no habían sido muchas y la demanda excedió las expectativas de todos los directores, así que terminaron aceptando un total de cincuenta solicitantes con la esperanza de que dentro de cinco años, tuvieran a sabios sabedores y creadores de la Ley.

Como era de esperarse, entre los aceptados tenía que haber al menos veinte de los familiares más cercanos al antiguo Rey; eso incluía: sus cuatro hijos, dos hijas, cinco sobrinos por parte de su quinto hermano, tres sobrinas por parte de su tercera hermana y seis primos lejanos que apenas acababan de cumplir la mayoría de edad. Entre los otros treinta solicitantes, se encontraba un grupo más variado, no solo en etnias, sino en edades, lugares de procedencia y profesiones.

Antes de que la nación de Altieri se convirtiera en la República de Altieri, la vida de Vasti no parecía tener grandes prospectos a futuro. Ella pensaba que crecería para convertirse en una modista como su madre, pasando sus días remendando los bordes de elegantes vestidos que desfilarían en cuerpos muy distintos al de ella; pero ahora, gracias a la reforma del Rey, aplicó para convertirse en Senadora, sorprendiéndose tanto al escuchar que llamaban su nombre, como lo hizo el notificador cuando vio a quién le iba a entregar la carta de admisión. Ahora Vasti se encontraba entrando a una de las instituciones más privilegiadas de toda la nación, a punto de tener de compañeros a la mismísima familia real, para realizar una de las actividades más importantes para su nueva República y, aunque ya se encontraba a mitad del corredor admirando los acabados de mármol y los enormes ventanales de cristal, ella seguía sin creerlo.

Al otro extremo del campus, entrando por la puerta sur que era la más cercana al antiguo palacio, ahora conocido como: “museo de los reales”, el príncipe Adonis estaba entrando con su séquito de hermanos, hermanas, primos y familiares detrás de él. Sí, podía ser que su padre hubiera renunciado a su posición como Rey; pero él se negaba a dejar su título de príncipe y siempre le exigía a todos a su alrededor que se dirigieran a él como era debido. Su padre podía llenarse la cabeza de ideas románticas, pero Adonis sabía que la familia real seguía teniendo un gran poder sobre la nación; y él esperaba aprovechar esa ventaja mientras la siguiera teniendo. Ser Senador era lo más cercano que quedaba a tener poder verdadero en Altieri y él y sus familiares, lo dominarían. Por supuesto, estaba consciente de que se requeriría deshacerse de algunos obstáculos en el camino; pero él ya tenía cierta reputación de su parte, así que no le preocupaba enfrentarse a situaciones desagradables con tal de salirse con la suya.

El salón real, donde tendrían sus clases principales de teoría, se encontraba justo en el centro de la Real Academia. Vasti pensaba dentro de sí que ese nombre ya no era correcto para lo que estaban por aprender ahí; sin embargo no dejó que ese comentario saliera de sus labios. Aún tenía mucho que aprender si quería realmente marcar una diferencia y un simple nombre no le quitaría el sueño. Vasti vio cuando toda la procesión de los antiguos “reales”, entró al aula. No había manera de confundirlos, todos tenían los mismos rasgos delicados y cabellos cobrizos parecidos al mismísimo Rey. Si era honesta, Vasti sabía que despreciaba a los “reales” incluso si nunca se lo había admitido a sí misma hasta ese momento. Era su forma engreída de caminar y sonrisas frías que ponían en su rostro la que la hacía querer vomitar. Ellos no merecían estar ahí, solo se encontraban por consideración del Rey.

Adonis notó que eran casi los últimos en llegar. Al entrar en el aula se dio cuenta del despreciable grupo de gente que su padre había juntado en un intento por hacerlo parecer más “equitativo”. Él no estaba de acuerdo con nada de eso. ¿Qué hacían unas personas mayores de veinte años comenzando su educación universitaria junto con él y sus familiares? ¿Por qué toda la gente a su alrededor parecía tan humilde? ¿No había antiguos nobles entre ese grupo de gente? Adonis supo que los despreciaba, incluso si apenas los conocía, él los despreciaba y se encargaría de dejarles muy en claro quiénes eran los que tenían el verdadero potencial de Senador ahí.

Vasti podía ser casi invisible si se lo proponía. Era una estudiante brillante, pero tímida, así que por lo general tenía todas las respuestas y se limitaba a susurrárselas a sí misma mientras el profesor la anotaba en el pizarrón. Ella había visto de cerca la crueldad con la que el antiguo príncipe y su familia podía tratar a los demás estudiantes. Desde burlas hasta maltratos. Ella se dio cuenta que ese era el plan que tenían ellos; desanimar poco a poco a los estudiantes para que no les quedara competencia y así, en lugar de tener una Monarquía, tendrían algo mucho peor: una oligarquía. Pues no. Vasti se negaba a darles esa satisfacción, ella les enseñaría a todos los antiguos familiares reales, de lo que podía ser capaz una pequeña joven hija de padres obreros.

Por supuesto que Adonis tenía muy calculados todos los detalles. Sus burlas eran precisas. Atacando justo lo que más heriría a sus compañeros estudiantes y si era honesto consigo mismo, estaba orgulloso del resultado. Cinco de los más brillantes y participativos estudiantes se quedaban ya callados cada vez que el profesor hacía una pregunta y dos de los tres hombres de treinta años se encontraban a pocos días de finalmente renunciar gracias a la influencia de él. Solo debía seguir así y corregiría el error que su padre había creado. La Real Academia no debía de ser para cualquiera y se tomaba muy en serio sus responsabilidades como “Portavoz temporal de los Senadores”. Con el tiempo, el término “temporal” sería cambiado a “permanente” y nadie más cuestionaría sus instrucciones.

Vasti sabía en su interior que algo sucedería pronto. Notaba a sus compañeros cada día más desanimados y las participaciones ahora solo venían de los antiguos reales y nadie más. Incluso Erik, uno de sus nuevos amigos dentro de la carrera había faltado dos días a clases diciendo que tenía una tos nerviosa y que intentaría recuperarse cuanto antes. Vasti sabía por qué se encontraba tan ansioso, era por el antiguo príncipe Adonis y todos sus familiares que vivían a expensas de sus instrucciones. Ella sabía que si quería detenerlo, tenía que enfrentarlo; pero, ¿cómo se intentaba atacar a un lobo teniendo una simple vara? Ella no era nadie para pedirle al antiguo príncipe que dejara en paz a sus amigos. Además, no la molestaba a ella personalmente, así que quizá, sería mejor dejarlo en el pasado y olvidar esa situación por el bien de todos.

El primer semestre sirvió para calentar motores y llegar a conocer a todos. Adonis sabía que debía de subir de intensidad sus burlas durante su segundo periodo escolar si quería que sus compañeros comenzaran a renunciar antes de que tuvieran más información en sus mentes, así que juntó toda la información que pudo y la repasó una a una, contando los perfiles hasta que llegó a la conclusión de que simplemente contaba con cuarenta y nueve hojas. Faltaba la de alguien, pero él no tenía idea de quién podría ser. Así que, utilizando la computadora de su padre, decidió entrar a los registros clasificados de todos los estudiantes para verificar uno a uno que sus perfiles correspondieran a los que él tenía en su mano. Estaba por quedarse dormido cuando llegó al de una joven de pequeños ojos castaños y nariz puntiaguda. El registro decía pertenecer a una tal Vasti Sucampo y al parecer, había sido la solicitante con mejor promedio de todos. Eso hizo hervir la sangre de Adonis. ¿Cómo se atrevía esa simple joven a intentar superarlo? Se prometió a sí mismo que Vasti Sucampo sería su primera víctima para hacerla renunciar; después de todo, con ese rostro de la foto, ¿cómo podría aguantar todo lo que él ya estaba preparando para sorprenderla?

Era evidente que en algún momento sucedería; pero Vasti no esperaba que tan pronto. En su casillero encontró deshechos de huevos estrellados que llegaban hasta el suelo y cuando veía al antiguo príncipe Adonis por los pasillos, él se encargaba de decirle toda clase de burlas y comentarios ofensivos. Ella sabía que era momento de actuar antes de que el daño fuera irremediable, así que lo esperó recargada en la puerta del salón, antes de que salieran de clases y le propuso:

—Tú dices que no merezco estar aquí, así como muchos otros de nuestros compañeros. Pareciera ser que nuestras diferencias te molestan, así que te propongo algo. Si eres tan superior como dices ser, hagamos un debate público frente a toda la Universidad. Que el tema sea la diversidad. Si tú ganas, prometo renunciar al programa y dejar de estudiar para ser Senadora; pero si yo gano, tú harás lo mismo. ¿Trato?

Adonis pensaba burlarse de ella e ignorarla de inmediato, pero ya se había juntado una importante cantidad de gente a su alrededor esperando su respuesta y decirle que no parecería de un cobarde. Además, él tenía una lista infinita de razones por las cuales muchos de los ahí presentes no merecían estar, así que aceptó con una extraña sonrisa en el rostro y se fue temprano a su casa para repasar todos los detalles para su debate del día siguiente.

Vasti no supo qué le dio el valor de hacerle esa propuesta a Adonis. Quizá fue que ya se encontraba exhausta de sus abusos, que detestaba la manera en que se burlaba de todos o una combinación de ambas cuestiones; pero preparó un argumento durante toda la noche que esperaba la hiciera ganar.

Adonis no pudo dormir de la emoción, tenía cinco cuartillas llenas de razones por las cuales la diversidad estaba destrozando a esa honorable institución y se sentía más seguro que nunca en toda su vida, así que cuando entró ese día al aula simplemente sonrió y tomó su lugar al frente, donde su valiente oponente ya lo esperaba. Él quería comenzar primero; pero al profesor que habían elegido como mediador le pareció más prudente que Vasti comenzara a argumentar, así que Adonis la dejó pensando que cavaría su propia tumba ella sola.

—Altieri es más que un pedazo de tierra desde donde se vislumbra el horizonte, Altieri es nuestra nación. Y aquí no solo vive la que es ahora la antigua familia real, sino que están los trabajadores, los artesanos, los científicos, los médicos… ¿Quién los va a representar si no un grupo de Senadores diverso? ¿Quién los va a comprender si no hay nadie que haya estado en sus zapatos? Adonis piensa que nos puede intimidar y hacer renunciar; pero él no entiende que no estamos estudiando solo por nosotros mismos, sino que estamos aquí para representar a todos los que han estado antes que nosotros y no tuvieron la oportunidad de ver esta gran victoria para la democracia. Y también estamos para los que vienen, que necesitarán ejemplos como los nuestros cuando las cosas se pongan duras… Así que, ¡arriba nuestras diferencias, porque en ellas nos podemos hacer más fuertes! —exclamó Vasti con elocuencia haciendo que toda la sala aplaudiera con ella.

Adonis se dio cuenta de que nada de lo que pudiera tener en su lista de contras estaría a la altura de la espontaneidad de la hija de la modista y se quedó congelado, con la mirada perdida en el público, aceptando con vergüenza su propia ignorancia y viendo que perdía la oportunidad de convertirse en el Senador que quería ser. Así que vio de reojo a Vasti antes de bajar del podio y dirigirse a la salida. Estaba a punto de cruzar la puerta cuando una voz detrás de él lo detuvo:

—Siempre se puede volver a empezar Adonis —comentó Vasti ofreciéndole su mano y con ella, la oportunidad de un mejor futuro para la nación.